lunes, 27 de diciembre de 2010

Alborada lunar

Esa ternura otrora adormecida aflora ante mis ojos en una sonrisa franca y la mirada límpida rodeada de llanto tantas veces derramado y desencantos repetidos, trocándose en ansia fogosa y envolvente; somos dos seres fascinantes que al fin se han encontrado, y la confianza reacia la duda persistente, ceden con premura en un trote que va en aumento hacia la pasión que se desborda. Se miraron las miradas y una chispa detonó en recuerdos de intentos fallidos para evadir la obscuridad; pulsando encontramos hoy la ruta en la añoranza de los iris.


El desasosiego ronda entre las ingles, en el centro se anida quieto     al vaivén del amor que se alimenta creciendo bajo el influjo de miradas cómplices y silencios compartidos, abrazos en los que se funden los aromas los anhelos mientras las manos se buscan      encuentran       entrelazan          y los pliegues se estremecen
           entre suspiros   se apaciguan
                      cual yemas fértiles       resplandecen.


Los destinos grandes mas finitos se encontraban alejados pero hoy se han visto constreñidos en el cosmos para unirse los caminos    y transitar emparejados. Los labios impacientes emergen de las aguas tibias cristalinas al cobijo de la luna que ilumina a las dos lunas que se han reconocido    flotar incandescentes.


Aún  se sienten las manos tomando la cintura, mientras las risas espontáneas lo bañan todo,     nuestros cuerpos aguardan con el fuego cabalgándoles el vientre abrasados de deseo derramándose los hálitos fervientes
                              como agua en un cuenco abandonado bajo la lluvia.

Fue esa hebra del destino que por fin nos puso juntos entretejiendo nuestras vidas para poder acompañarnos a pesar del miedo y la nostalgia anticipada, parpadeo enceguecido atormentado ahora en calma  al sentirnos plenos       satisfechos.

Y se tornan inquietas las miradas, palpitares trémulos contenidos a la espera que parece interminable de unir las caricias
                         los gemidos
                                  y la piel que otra vez ha despertado
                                                                buscándose afanosa.
                                 
Así, nuestras almas amorosas se entregan sin reserva
      se yerguen victoriosas al clamor de sus ánimos guerreros
                        emergentes del abismo dejaron las tinieblas
                                      despiertan a la luz
                                            confluyendo en el mismo cauce
                                                        para llegar al mar.


Mi calor penetró en tu corazón y logró vencer al frío. Tu espíritu antes cerrado se abre a mí con extrañeza     y permanece abierto      brillando
   sorprendido en la urgencia por mi escucha    por mis brazos     como mi piel ansiosa de tus dedos.

Sanan poco a poco las espaldas vulnerables hasta ayer enfermas de ausencia y abandonos
                  disipándose despacio los temores agitados
                             resquemores calcinantes de enojos añejados.


Nuestros albores luminosos hacen una pausa reflexiva
          se otorgan el permiso para amarse cediendo ante el asombro de las vidas hasta ahora suspendidas y fluir sin ataduras perniciosas para seguir creciendo juntos fluyendo cadenciosos en las mismas aguas fulgurantes del amor incontables veces postergado
                     diáfanos se acercan y se miran con franqueza
                         se sumergen lentamente en el manantial inagotable de energía que los espera
                               mirando sus reflejos se unen para compartir el tiempo juntos y sanarse mutuamente.
La melancolía se desvanece
bruma pertinaz tanto tiempo tras nosotros
los vientos helados se aquietan al abrazo de nuestras almas sublimadas que
        encontrándose fuera de la sombra de terribles acechanzas
y al resguardo de confianza y certidumbre
se entregan libres   entusiastas
al fulgor de las luciérnagas febriles rozando el pasto tierno,
sintiendo intensamente nuestra esencia     vamos acompañándonos sinceros
librándonos de dudas y amenazas
     compartimos generosos el sentir
        contemplando la magia infinita
           que se encuentra ante nosotros.

Y se vislumbra en el vaivén de nuestros seres que se aman alzando la voz con nuestros nombres

                        la luz que plenamente nos alcanza.

Bienvenido seas, amor, a la verdadera vida. ©

Gota fría

A cambio de mi aliento tibio me fue entregado un trozo de granizo encubierto de indiferencia y de temores.


Una gota fría se infiltró en mi corazón y cual humedad sigilosa invadiendo los resquicios se anidó en mí ubicándome en mi sitio, y en el terreno lábil de la incertidumbre echó raíces empañando la sonrisa que obsequié confiadamente sobrevolándome la inquietud del mérito a lograr, del favor a conseguir, de ser objeto del anhelo.

La perspicacia del rechazo tantas veces confirmada ronda mi cerebro alertando mis sentidos, poniendo freno a mi ilusión absurda, a mi espíritu que se abre y se entrega para ser abandonado.

En el umbral de un amor que se entrega sin reservas el mensaje contundente me detuvo a las puertas de la gruta de la angustia, porque ese aviso dice vuela lento vuela lejos, no te acerques demasiado: el hielo quema. La cautela calma mi fuego desbordante, cancela mi deseo y aquieta mi pasión mientras el viento frío hiela mis pupilas asentándose las dudas.

El espejo que me dice mérito es ser quien soy sin probanzas ni denuedo desmedido, dirige mi mirada a la realidad aparente que me circunda.

Aún se siente lejanía, los labios carecen del ímpetu fogoso que embarga y enmudece, así, mis ansias se vuelven reticentes, mis ojos logran ver; a pesar de la promesa que ese amor encierra no se ciegan; puedo ver que tal vez no sea para mí o que tal vez es cuestión de tiempo, de dejar de estar allá si se quiere estar aquí, de soltar las anclas del pasado para navegar en el presente y poder surcar los ríos en la corriente que fluye libremente.


Mi alma a punto de abrirse cambia el rumbo justo a tiempo, trocándolo en amistad afable, generosa, de paciente escucha y franca. Y así vuela ligera con la mente clara bajo el cielo despejado, en espera de los brazos que la encuentren y la envuelvan, mientras tanto, la tensión se libera en solitario, mi cuerpo se abraza y se protege, se retrae en su coraza para que nadie le haga daño. ©